Publicado: 16 de Junio de 2016

Fuente: Salud facilísimo.

El running es uno de los deportes más sencillos y sanos

 que se puede practicar y que más de moda está últimamente, sobre todo entre las mujeres. Se puede realizar sólo o en compañía y apenas necesita gastos en material, sólo ropa deportiva y unas zapatillas, eso sí, adecuadas para correr. Entre los beneficios físicos que aporta destacan la pérdida de peso y el aumento de la resistencia física. Sin embargo, por lo que merece la pena practicar este deporte es por los beneficios que aporta a la mente.



Bienestar del corredor



“Diversos estudios han puesto de manifiesto que la practica regular de esta actividad física produce un aumento de la autoconfianza, sensación de bienestar y mejora del funcionamiento intelectual.  Dichos efectos también son de utilidad para el tratamiento de trastornos psicológicos como el 

estrés

 y la depresión”, explica Claudio Sosa, psicólogo deportivo.



En primer lugar, el psicólogo aclara que, “existe un principio biológico fundamental que subyace a cualquier beneficio psicológico, ya que, cuando una persona realiza cualquier tipo de ejercicio físico se liberan de manera natural unas sustancias bioquímicas denominadas endorfinas, que son secretadas por el cerebro y que actúan reduciendo el dolor y aumentando el placer, tanto durante como finalizada la actividad física”. En el caso concreto de las personas que practican running de forma regular con una intensidad media, añade, “provoca una agradable sensación corporal de placidez que se ha acuñado con el término ‘bienestar del corredor’ para resumir la sensación de bienestar, de tranquilidad y de equilibrio”. 



Según Claudio Sosa, “este efecto biológico en el organismo trae importantes beneficios a nivel psicológico, ya que, la percepción de bienestar somático afecta positivamente en la reducción de los síntomas en trastornos como la 

depresión

 o el estrés, si lo miramos desde un punto de vista clínico. Pero si nos acercamos más al ámbito deportivo observaremos una positiva correlación entre el ejercicio físico y variables psicológicas como la autoconfianza, el autocontrol emocional y las expectativas de autoeficacia”.



Alcanzar la meta



“Cuando una persona trota o corre generalmente, lo hace con algo de planificación, incluso por más lúdico que sea. Vale decir, se establece una meta”, explica el psicólogo deportivo. “En algunos casos estará más relacionado con la salud (por indicación médica frente a una lesión o problema físico), para bajar de 

peso

 o en último término simplemente para sentirse bien. En otros casos el objetivo tendrá un componente más competitivo, ya sea por un desafío personal o por querer derrotar a otro”. 



Para Sosa, sea cual sea la motivación que se esconda detrás de la persona que practica running, “siempre provoca que esa persona movilice o canalice toda su energía en lograrlos y ello trae aparejado un aumento en la autoconfianza que puede traspasarse también a lo que habitualmente en el deporte más competitivo se designa como ‘expectativas de autoeficacia’, o lo que es lo mismo, la percepción que se tiene de poder realizar satisfactoriamente una ejecución deportiva”. Además, añade que “si este ejercicio es reforzado por un otro significativo (familiar, amigo, pareja) provoca un impacto más positivo en la autoestima, pudiendo observarse, por ejemplo, en una mejor socialización de la persona en ámbitos familiares, laborales o sociales”.



Como muchos otros tipos de movimiento humano, recuerda Claudio Sosa, practicar running produce ciertos beneficios psicológicos relacionados por un bienestar corporal, pero también fuertemente apoyados por la posibilidad que tiene el deportista de meditar y analizar sus problemas en este ‘tiempo muerto’, lejos del foco de conflicto.



Más motivos para practicarlo



Además de los ya mencionados anteriormente, este deporte destaca por otros aspectos positivos tal y como nos detalla el experto:  



  No se requieren grandes habilidades y destrezas psicológicas, ya que, se trata de un deporte con oposición indirecta (el rival está presente durante la competencia y no interviene necesariamente en la ejecución deportiva propia) y sin cooperación (deporte individual).



   Permite masividad pero desde lo individual, favoreciendo el desarrollo y capacidad personal, independiente lo que suceda con el resto de los participantes. 



  La relación coste-beneficio es baja, ya que, bastan, inicialmente unas buenas zapatillas. Esto podría ayudar a disminuir la presión por el resultado.



  Potencia el locus de control interno (atribución de un triunfo o una derrota a causas internas), debido a que el porcentaje más alto depende del rendimiento y no de la implementación deportiva. 



  Desarrolla dos motivaciones esenciales del ser humano: la centrada en la tarea (aquella que favorece el proceso personal, más que los resultados) y la motivación cotidiana (disfrute de la actividad por sí misma) que pueden llevar a mejores resultados. 



  Ayuda a conseguir una imagen corporal positiva y, en consecuencia, tiene un efecto positivo en la autoestima.



Todo estos efectos se empiezan a notar rápidamente, tal y como indica Sosa, “si se corre 90 minutos semanales, es decir 30 minutos, tres veces por semana, a partir de la segunda semana se empiezan a notar los beneficios”. Esta rapidez en los progresos evita el abandono prematuro y la desmotivación de quienes lo practican. 



Agradecimientos: 

Claudio Sosa

, psicólogo especializado en deportes.